lunes, 4 de agosto de 2014

LA MISERICORDIA DE DIOS

                              LA MISERICORDIA DE DIOS

Una prueba de la grandiosa ternura de Dios es que se haya dignado pensar en Su criatura pecadora, el hombre. Cuando el ser creado se estableció deliberadamente en oposición a su Creador, ese Creador pudo haberlo destruido, o haberlo abandonado a su propia suerte para que se fraguara su destrucción. Fue la ternura divina la que se fijó en una criatura tan insignificante, comprometida insolentemente en una grave rebelión. Fue también la infinita ternura la que había considerado tan cuidadosamente al hombre, mucho tiempo antes de todo eso, que elaboró un plan para que el hombre caído pudiera ser restaurado.

Ha sido una maravilla de la misericordia que la sabiduría infalible se uniera con el poder todopoderoso para preparar un método mediante el cual el hombre rebelde pudiera ser reconciliado con su Hacedor. Fue el máximo grado posible de ternura que Dios entregara a Su propio Hijo, a Su Unigénito, para que derramara Su sangre y muriera para completar la grandiosa obra de nuestra redención. Ha sido también ternura indescriptible que Dios, además del don de Su Hijo, se compadeciera de tal manera de nuestra debilidad y de nuestra impiedad, que nos envió al Espíritu Santo para conducirnos a aceptar ese "don inefable." Es la ternura divina la que soporta nuestra obstinación cuando rechazamos a Cristo, la divina ternura la que insiste repetidamente mediante reconvenciones e invitaciones encaminadas todas ellas a inducirnos a que tengamos misericordia de nosotros mismos, y aceptemos esa bendición inmensurable que la entrañable misericordia de Dios nos presenta gratuitamente.

Ha sido una maravillosa ternura de parte de Dios, que, cuando pensó en salvar al hombre, no se contentó con restituirlo al lugar que había ocupado antes de haber caído, sino que quiso elevarlo mucho más arriba de su posición original; pues, antes de la Caída, no había ningún hombre que se pudiera llamar en verdad el igual del Eterno; pero ahora, en la persona de Cristo Jesús, la naturaleza humana está unida con la Deidad; y de todas las criaturas que Dios ha hecho, el hombre es el único que ha sido tomado en unión con Él, poniéndolo por encima de todas las obras de Sus manos. Hubo infinita ternura en los primeros pensamientos de amor de Dios hacia nosotros, y ha habido ternura divina en todo momento hasta ahora, y esa misma ternura llevará a nuestras almas al cielo, donde diremos conjuntamente con David, "Tu benignidad me ha engrandecido.
Para cada caso individual, Dios, en el pacto de Su gracia, ha preparado una cosa buena diferente. Para grandes pecadores, cuyas iniquidades son muchas y graves, hay palabras llenas de gracia como éstas: "Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." Si el hombre no ha caído en las grandes profundidades del pecado deliberado, el Señor le dice, como el Salvador de corazón misericordioso le dijo a uno que estaba en esa condición: "Una cosa te falta;" y la gracia de Dios está preparada para suministrar esa cosa precisa.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario